Capítulo 39. Movimiento Moderno: el Funcionalismo.

¿Es funcional el estilo funcionalista?     No necesariamente, pero es el nombre convencional con el que lo conocemos. Por ejemplo, es un estilo que se expresa en colores neutros, pero éstos no son más "funcionales" o prácticos que otros. El estilo funcionalista elige sus formas desde un gusto estético particular hecho de colores neutros y geometría sencillas; en plástica gusta de la abstracción; en arquitectura e interiorismo prefiere superficies tersas y despejadas así como materiales industriales (acero, vidrio). El resultado es un estilo universal, vaciado de recuerdos regionales y altamente deshumanizado, es decir, apenas se percibe la mano o el toque personal de cada diseñador. Puede producir objetos de cierta calidad a buen precio incluso con sistemas industriales de hace 100 años, menos sofisticados que los actuales. Así la empras de Michael Thonet producirá durante décadas muebles de Marcel Breuer y Mies van der Rohe. 

Oficina de Walter Gropius en la Bauhaus de Dessau

Bauhaus y la transparencia     Concluida la I Guerra Mundial se inicia la reconstrucción de Europa. Walter Gropius, de pensamiento ilustrado y en esencia un educador, quería vacunar a la sociedad de las mezquindades que nos arrastran a la disputa bélica con un diseño basado en la transparencia como forma esencial y simbólica de la transparencia institucional. Aprende de la ingeniería gótica la posibilidad del espacio libre sostenido por delgadas estructuras férreas y la aplica ejemplarmente en su diseño de las oficinas de la fábrica de zapatos Fagus (1914). Después de la Gran Guerra diseña la Bauhaus al completo, desde la programación hasta el edificio. 

En la Bauhaus se educaba en la democracia con métodos solidarios y participativos que involucraban a profesores y alumnos. En diseño, se insistía en la forma racional y desornamentada de los objetos para adaptarlos a la producción en serie de las fábricas, conducente a una producción de calidad adaptada incluso a los febles bolsillos proletarios. La Bauhaus de Dessau (1926) reúne tres cuerpos de funciones complementarias (aulas, talleres, residencia) interconectados mediante puentes de relación donde se ubican servicios generales (cantina, oficinas). El despacho de Walter Gropius, proyectado desde un papel cuadriculado, se convertirá en el despacho moderno de Occidente. Incluso es innegable la trascendencia que obtendrá la decoración hogareña como la del  apartamento de Moholy-Nagy (foto grande sobre estas líneas), profesor de la Bauhaus, pese a su deshumanizada frialdad.  

Silla diseñada por Breuer, soporte moderno,
asiento y respaldo tradicionales. Producida por Thonet.
La misma transparencia la hallamos en el mueble de Marcel Breuer, verdaderamente el inventor del mueble moderno: moderno en el material (acero), en la estructura (carece de patas) y en la función (muebles ligeros y transparentes, no monumentos). Su obra más famosa y repetida es la Silla Wassily.
Silla de la colección Barcelona.
Silla Wassilly, así llamada en honor de Kandinsky, profesor de Breuer
Mesa diseñada por Breuer. La chambrana facilita el transporte.
Por fin, la transparencia es ideal de diseño inmaterial, lleno de luz, en la obra de Ludwig Mies van der Rohe. Toda su arquitectura parece tratar de disolver el propio edificio. Después de la Segunda Guerra Mundial sus torres con muro cortina se convertirán en el modelo canónico de la torre de oficinas: edificios en Lake Shore Drive, Chicago, 1948; Seagram Building, Nueva York, 1958. En su famoso Pabellón Alemán en la Exposición Internacional de Barcelona (1931) el mismo material del suelo unifica interior y exterior. Como se trata de un edificio representativo, se toleran los materiales lujosos: el mármol veteado de la pared posee una plasticidad comparable a la de un gran cuadro o tapiz. Las butacas pertenecen a la colección Barcelona y combinan estructura de tijera (antigua y medieval, como la jamuga) y tapizado capitoné. Es imposible saber qué grado de autoría corresponde a la profesora de la Bauhaus y amante de Mies van der Rohe, Lilly Reich, tanto en los muebles Barcelona como en la casa Tugendhat de Brno, obra maestra del interiorismo funcionalista. 


Pabellón de Alemania en la Exposición Internacional de Barcelona, 1931, diseño de Mies van der Rohe.




Dibujo de la terraza de Villa Saboya, de Le Corbusier
La máquina de vivir     Así define Le Corbusier (Charles-Èduard Jeanneret) a una casa. Persigue la máxima economía de líneas en soluciones irrebatiblemente funcionalistas. Puede diseñar desde una silla hasta una ciudad completa porque cuenta con principios directrices que le guían en todo proyecto. Sus cinco puntos para una arquitectura nueva comprenden la elevación del edificio para dañar lo menos posible el hábitat natural, la cubierta lúdica (jardín, piscina), la ventana continua y la planta y la fachada libres gracias a la ausencia de muros de carga. Villa Saboya es un manifiesto temprano (Poissy, 1928, fig. 7). La primera traducción material de sus ideas a un proyecto de gran edificio no la hallamos no en un diseño suyo, sino en el Ministerio de Educación y Salud de Río de Janeiro, comenzado en 1936, donde Le Corbusier actuó como asesor de un grupo de arquitectos entre los que se encontraban Lucio Costa y Óscar Niemeyer. Finalmente, Le Corbusier firmará su propio edificio de viviendas en la Unidad de Habitación de Marsella, iniciado en 1946. En la terraza, por su carácter lúdico y representativo, delinea piezas orgánicas para la cubierta del gimnasio y la chimenea. Con Charlotte Perriand firma algunos de los muebles más vendidos e incómodos del siglo XX.  



Terraza lúdica en la Unidad de Habitación de Marsella. Diseño de Le Corbusier

Le Corbusier y Perriand firmaron los sillones Confort, incomodísimos
¿Hogares funcionalistas?     El funcionalismo es el pensamiento arquitectónico de mayor influencia en la historia de la arquitectura. Hoy, la mayoría de la población ciudadana habita pequeños apartamentos en barrios de bloques simétricos, seriados e idénticos. A favor: el trato democrático, la ciudad que reniega de las jerarquías visibles del chalet y el palacio clásico. En contra: la deshumanización de la fachada, la monotonía de las calles, la frialdad estética. Así comprendemos que el funcionalismo suele limitarse a las fachadas y rara vez ingresa dentro de los hogares. Los usuarios queremos habitualmente muebles cálidos, madera, colores amables. Ejemplo de esta dualidad de estilos fachada-interior podemos citar la Casa de Vidrio diseñada por Pierre Chereau:  estructura vítrea de estricta geometría, pero mobiliario de cálida madera y gusto del Art Déco.
El estilo de las oficinas     El funcionalismo no penetró en las viviendas pero triunfó en el interiorismo laboral, sobre todo después de la II Guerra Mundial. Los trabajadores se distribuyen milimétricamente en un "atrio" de mesas idénticas que los unifican aparentemente sin jerarquía. Sin embargo, el espacio libre permite un control rápido y eficaz de los trabajadores. Los ejecutivos se alinean en despachos laterales, aislados por mamparas.

La oficina de la serie televisiva Mad Men reconstruye las oficinas de una empresa publicitara de Manhattan ambientada en las décadas de 1960 y 1970