25. Interiorismo eclesiástico en España (1700-1800)

Exceptuando algunas edificaciones del siglo XVIII promovidas por la corona de los Borbones, la arquitectura y el interiorismo españoles va por libre.

Entre 1575 y 1700 pesa el modelo de Juan de Herrera y su monasterio en El Escorial. Rebajado de sobriedad al sustituir la piedra por ladrillo, obtenemos el estilo herreriano o estilo Austrias del casco antiguo de Madrid. Lo herriano, con sus chapiteles y torres cúbicas, es fundamental en casi todos los monumentos de esta época (Alcázar, Plaza Mayor y palacio del Buen Retiro en Madrid). Los templos de Alberto de la Madre de Dios enmuestran fachadas austeras (Encarnación, Madrid). Lo más original del siglo XVII puede encontrarse en las construcciones de planta ovalada.

El barroco llega a España realmente en el siglo XVIII. El estilo italiano que imita la obra de Bernini y Borromini no es común salvo en algunas obras promovidas por la corona Borbón. La Iglesia y las cofradías son independientes y promueven interiores hiperdecorados. Se desarrolla una suerte de rococó local, facinado por lo blando como el rococó europeo, pero al mismo tiempo profundamente diferente del rococó francés o bávaro. Hablamos del estilo churrigueresco.   

 
a
1. Interiorismo eclesiástico bajo los Austrias menores

Pinturas de numerosos artistas, entre ellos artistas como Ricci y Giordano, envuelven por completo el espacio de la pequeña y original iglesia de San Antonio de los Alemanes, Madrid
 
Bajo los Austrias menores (los reyes del siglo XVII: Felipe III, Felipe IV y Carlos II) España se aísla de Europa temerosa de contraer la herejía luterana, y sólo unos pocos y muy privilegiados artistas -el caso de Velázquez- obtienen licencia para abandonar temporalmente nuestras fronteras, viejar a Italia, y aproximar así su trabajo al de los principales artífices europeos. España crea, bajo estas condiciones de exclusión artística, un arte muy original, sin correspondencias europeas, y de inmensa trascendencia en las colonias latinoamericanas.
A
El templo congregacional     Ya lo vimos en el capítulo anterior: la basílica de ancha nave central ingresa en el repertorio templario español y desde España se exporta a América Latina, campo muy fértil. En Madrid, por ejemplo, tenemos San Isidro, antigua catedral. En los virreinatos americanos (Nueva España, Nueva Granada)  casi todas las iglesias de la Compañía de Jesús repiten con fidelidad el modelo del Gesú.
 
El templo de planta circular u ovalada     En el contexto del Renacimiento la planta central fue considerada en numerosas ocasiones, pues conectaba con el templo martiriológico paleocristiano. Son numerosas las capillas y pequeñas iglesias de planta circular u ovalada en España. Traemos dos de las madrileñas. La primera, acaso obra de Juan Gómez de Mora y sita en Alcalá, el templito conventual de las Bernardas se asemeja a una plaza pública e incluso incorpora balcones en el primer piso.
Interior del templo del monasterio de Las Bernardas 
Fotografía de Carlos Alonso. (Alcalá de Henares)

La segunda, hundida en la Corredera Baja de San Pablo dentro de la capital y consagrada a San Antonio de los Alemanes, exhibe un trampantojo continuo desde el suelo hasta la base de la linterna, procedimiento netamente italiano sin precedentes en nuestro país. La obra arquitectónica se debe a Pedro Sánchez. Ambas representan los primeros ejemplos de la tipología central eclesiástica en nuestro país, más numerosa de lo que se cree, pero apenas conocida porque casi siempre se trata de oratorios vinculados a fundaciones monásticas.
A
Barroco como delirio decorativo
Santa María la Blanca de Sevilla
    Los andaluces tienen derecho a concebir el estilo barroco principalmente como complejidad decorativa, pues en su región, durante los siglos XVII y XVIII, los interiores eclesiásticos recibieron complejísimos revestimientos. En el debe,  el valor arquitectónico de estas iglesias es de común limitado: plantas convencionales, basilicales de congregación, e incluso meros espacios prismáticos dichos "iglesias de cajón".

El primer interior que ilustranos, Santa María la Blanca de Sevilla, se debe a la imaginación de los hermanos Pedro y Miguel de Borja, y fue erigida entre los años 1662 y 1665. Traemos también un ejemplo mexicano de este proceder: Santa María Tonantzintla, en Puebla.



Santa Matía Tonantzintla, Puebla





 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
2. Interiorismo eclesiástico bajo los Borbones del XVIII
 
Después de una larga Guerra de Sucesión (1700-1714) el gobierno español muda de dinastía. Los Borbones del siglo XVIII (Felipe V, Fernado VI, Carlos III, Carlos IV) reabren las puertas a Europa. La Iglesia nacional continuará decorando profusamente los interiores y los portales de las iglesias, ajena a las modas europeas; por el contrario, en los edificios dependientes de la corte penetrará, bien que con una centuria de retraso, el barroco italiano. 
San Miguel, el mejor interior barroco de Madrid. Los arcos fajones se entrecruzan recordando la capilla de los Reyes Magos (Roma), de Borromini

A
planta de san Marcos, Madrid, por Ventura Rodríguez
Iglesias a la italiana     La iglesia pontificial de San Miguel es obra de un italiano, Giacomo Bonavia, que vino a Madrid contratado por Carlos III para trabajar también en la obra del Palcio de Oriente. De menores dimensiones pero igual de graciosa, la iglesia de San Marcos fue diseñada por Ventura Rodríguez, arquitecto que aunque nunca traspuso los Pirineos sabía diseñar a la moda. Ya la planta es única en España, con una fachada en abrazo siguiendo el modelo de san Andrés (Bernini) y espacios de paredes curvas. En el interior predominan las citas borrominescas en las bóvedas de casetones.
Interior de san Marcos, Madrid











 
 
 
 
 
Churrigueresco     El espíritu del estilo churrigueresco es claramente manierista, pues se opera sobre elementos arquitectónicos que en su día fueron soportes para convertirlos en elementos decorativos. El estilo churrigueresco decorativo alacanza lo barroco cuando esta decoración se suma a composiciones dinámicas, lo que no es tan frecuente.   
A Francisco Hurtado de Izquierdo se le atribuyen el sagrario de la Cartuja de Granada (1702-1720) y el de la iglesia del monasterio de El Paular en Madrid (desde 1718). Son famosos también los camarines cordobeses debidos a Leonardo Antonio de Castro (iglesia de San Mateo, Lucena, 1740-1772) y Teodosio Sánchez de Rueda (iglesia de Priego, 1784).
Sagrario de la Cartuja de Granada (Monasterio de Nuestra Señora de la Asunción), salido de la imaginación de Francisco Hurtado Izquierdo en el primer cuarto del siglo XVIII





Camarín en la iglesia de San Mateo, Lucena (Córdoba), decorado con yeserías por Pedro de Mena y Gutiérrez a partir de 1740