11. Construcciones monumentales.

Atenea en el Partenón, Atenas. Estatua portentosa contenida en una nave con peristilo de doble altura con ordenes dórico y jónico superpuestos
TEMPLOS      Los templos griegos eran concebidos como capillas donde admirar la estatua del dios. Al escultor Fidias se debieron las recreaciones divinas más famosas del siglo V AEC: Atenea, en Atenas, y Zeus en Olimpia, fueron colosos de oro y marfil cuya cabeza rozaba el techo de la nave que los cobijaba. La primera se admiraba en el inmortal templo ateniense, diseño de Ictino y Calícrates, el templo de la virgen Atenea o Partenón. Con la debida combinación de estudiada penumbra  y cierta dosis de credulidad, la contemplación de aquellas figuras debía resultar casi aterradora. Por desgracia, no conservamos ninguna de ellas (a decir verdad, no conservamos ni las naves de sus correspondientes templos) y hemos de conformarnos con recreaciones.
Zeus en su templo, Olimpia.

 







Como vemos, los griegos no adelantaron a los egipcios en la concepción del espacio religioso: continúa siendo un mero estuche donde contener un ídolo. 
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Templo de Asclepio, en Cos.
Elaboraciones espaciales más complejas, aunque igualmente desaparecidas, se experimentaron en las ciudades de Cos y Dídima. El santuario de Asclepio en Cos se planificó como una vía procesional de tres terrazas que impactaban emocionalmente sobre el peregrino según iba ascendiendo hasta el templo principal. Este diseño no es pionero en el mundo antiguo y pudo havber sido copiado del recinto funerario de Hapsheptut (capítulo 07). De algún modo, podemos decir que se trata del santuario más antiguo conocido donde el diseñador ha planificado la "narración" del espacio en capítulos generando una suerte de viaje iniciático. Incluso con mayores dosis de espectacularidad, los romanos construyeron un pasmoso santuario en Praeneste, adosado a la colina de la actual población de Palestrina.

Reconstrucción del santuario de Palestrina, Italia












El templo de Apolo en la ciudad de Dídima (Turquía) reservaba también sorpresas al visitante, incapaz de acceder a la nave del ídolo una vez superado el vestíbulo. Por el contrario, lo obligaba a descender y atravesar un tenebroso pasadizo --recuerdo de la cueva oracular--, después del cual recibía un golpe de luz ya que no desembocaba en la nave del dios sino en un patio completamente abierto sobre el cual se había erigido un templo de menor tamaño. De esta manera, el genial diseñador Peonio de Éfeso incorporaba elementos biográficos y simbólicos de Apolo a un diseño interiorista (nacimiento en la oscuridad de una cueva, luego divinidad del sol). Parece que además contaba con escaleras que permitían ascender a la cubierta para solaz de la vista. Este modelo debió de alcanzar cierta fama, pues el templo de Apolo en la Pompeya romana también escondía un templete dentro de un patio.
Planta del templo de Apolo, 
Dídima (Turquía)
 

Patio del templo de Apolo en Dídima













 
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En Roma, el sinigual Panteón, (tempolo de todos los dioses) diseñado por el general Agripa en el primer siglo de nuestra era y remozado por comsiión el emperador Adriano un siglo después, constituye la pieza de decoración interiorista más notable de la Antigüedad clásica. Destaca el diseño en perspectiva de la decoración cupular, fragmentada con casetones de tamaño decreciente según nos acercamos a la linterna. La ordenación de las paredes por medio de nichos rematados por frontones triangulares y curvos en alternancia servirá de ejemplo no sólo a la decoración clásica posterior al siglo XV sino incluso al diseño de las fachadas renacentistas. La amplitud del espacio central, superior a los cuarenta metros de diámetro, impresiona aún en el siglo XXI con su contundente mensaje de totalidad. Se trata sin duda del primer monumento concebido como proyecto interiorista antes que como arquitectura exteriorista. Los colores elegidos en los revestimientos (fríos: gris claro y negro; calientes: dorado y púrpura, complementarios y símbolos de riqueza) serán los esenciales del clasicismo desde el Renacimiento hasta el Art Déco; los encontramos en las habitaciones de Luis XIV, en el vestíbulo del Empire State, en cualquier parroquia europea... Acaso el interior de soluciones formales más trascendentes para el futuro de la decoración occidental. 

Panteón, Roma
TERMAS     Parece que tampoco desmerecía la decoración del principal espacio recreativo romano: las termas, conjunto de baños, piscinas, jardines e incluso, en algunas ocasiones, biblioteca. En ellas se han encontrado hermosos conjuntos musivarios.
El vestíbulo de las termas de Caracalla aún podemos contemplarlo porque fue reproducido en la Estación Central de Nueva York. En él encontramos el juego diletante y espectacular de los órdenes clásicos: el corintio, principal y colosal, se persona como monumento escultórico sin ambages ni disimulos, declarando que es decoración pura en su orgulloso y flotante capitel ampliado con un pedazo de entablamento. El espíritu esteticista y expresivo de un Miguel Ángel o un Giulio Romano y el futuro manierismo ya se encuentran aquí.  




Central Station, Nueva York