Capítulo 42. El Movimiento Moderno: el estilo high-tech

(Se recomienda leer antes el Capítulo 28: Introducción al Movimiento Moderno)

Centro Georges Pompidou, París.
Como sucediera en los años treinta con el estilo aerodinámico, una vez más la fascinación por la tecnología inspiró un nuevo estilo a finales de la década de 1970. Bautizado "high-tech" (de High Tecnnology Style), brotó como una explosión cuando los arquitectos Richard Rogers y Renzo Piano descubrieron su proyecto para el  Centro de Arte Charles Pompidou con todas sus tripas tecnológicas (infraestructuras, canalizaciones, escaleras mecánicas) adosadas a las fachadas. Sin necesidad de anadir ningún elemento decorativo, valga decir respetando la máxima fundamental del Movimiento Moderno, se lograba una plasticidad espectacular y una obra maestra del barroco decorativista. 
 El público estaba preparado, pues ya había degustado algunas de las mejores películas de ciencia ficción como 2001, una odisea en el espacio o la popular La Guerra de las Galaxias. En ellas, al objeto de sugerir al espectador la extraordinaria calidad tecnológica de aquellas naves espaciales, sus diseñadores habían colmado las superficies de cacharrería mecánica: tuercas, palanquitas, conectores, bombillitas, mástiles y antenas... Con aquellas películas aprendimos que se podía decorar con elementos maquinistas y que infraetructuras y motores, en fin, eran bellos. Los edificios high-tech reproducen el placer de levantar el capó de un coche y echar una mirada dentro al motor. Por las mismas fechas, Jean Tinguely cobraba notoriedad con sus esculturas robóticas.

Tinguely, "Heureka", 2009. Zurich
Acaso la máquina más gigantesca que existe sea la refinería. Observe la siguiente fotografía. ¿Se trata de una refinería o de un edificio? En realidad, se trata del coloso de oficinas de la aseguradora Lloyd's en el centro de Londres, diseño de Richard Rogers. Unos años después, la película Blade Runner transformaba San Francisco hasta semejarla a una refinería. A propósito, el mejor momento para contemplar el high-tech siempre es de noche, porque la iluminación suscita destellos en las superficies metálicas y se incrementa la vistosidad del conjunto.
Richard Rogers, Lloy's, Londres
Foto de Carlos Rodríguez Vidal


"Blade Runner" de Ridley Scott, 1982








El high-tech debe considerarse, en la mayoría de los casos, un manierismo del estilo funcionalista moderno. Emplea los mismos materiales y colores, pero evita la timidez y el silencio del funcionalismo canónico en favor de la expresividad mediante la exhibición tecnológica. El efecto es tan poderoso que hasta lo más baladí parece útil. Hoy se ha convertido en el estilo ineludible de los grandes monumentos contemporáneos, es decir, los del dinero y el transporte. 


En el aeropuerto de Stansted se repite una estructura 
abovedada modular sobre pilares y arbotantes casi góticos. 
Se estrenó en 1991 y es diseño de Norman Foster
Las grandes corporaciones financieras coronan su pujanza publitándola con torres colosales de vidrio y mástiles, mientras los aeropuertos han devenido las catedrales de nuestro tiempo, pues en su papel de puertas internacionales pretenden fascinar al viajero desde el momento en que se apea del avión, asegurando que su primera impresión sea apabullante. No es extraño que los aeropuertos high-tech recuerden vivamente a los templos góticos (por ejemplo, el aeropuerto de Standstead: véase foto a la derecha) y a las fábricas de montaje de automóviles (compárense las fotos de la terminal T4 de Bajaras bajo estas líneas).

Aeropuerto de Barajas (Madrid, T4): distribución de pasajeros.

Interiorismo     El vidrio tolera mínimas intervenciones interioristas. Inmersos en peceras vítreas, el diseño interior apenas tiene sentido porque sencillamente no hay paredes y cualquier contenedor opaco que se le ocurra insertar al interiorista parece un insulto al continente general. En suma, podríamos decir que nos hallamos ante el más arquitectónico de los estilos porque el contenedor condiciona los interiores más que en ningún otro lenguaje arquitectónico.

Norman Foster, Banco de Hong Kong y Shanghai, Hong Kong, 1986

Jean nouvel, Instituto del Mundo Árabe, París.


 
Eva Jiricna, Joseph Shop, 1997, Londres




Eva Jiricna, Galería del Vidrio
en el Museo Victoria & Albert, Londres

MNCARS, Madrid


Ascensores transparentes     Sin duda el elemento más difundido del diseño high-tech lo hallamos en los ascensores transparentes. Al convertirse en atracciones imprescindibles de los grandes centros comerciales, quedan para la historia del diseño como un icono inmarcesible de la década de 1980. En la imagen siguiente vemos los célebres ascensores del MNCARS.


Charles Eames, Silla "Alluminium", 1958
Muebles     ¿Cómo amueblar estas torres de cristal y satisfacer a los ejecutivos? Al principio echaron mano de modelos consolidados debidos a nombres tan veteranos como Le Corbusier o Charles Eames. Pronto Norman Foster sacó al mercado una colección de muebles bautizada como "Nomos" a fin de amueblar sus pasmosos edificios. En este apartado caben todos los muebles negros elaborados con materiales sintéticos, particularmente aquellos que además incorporan un "chasis" cromado. Hemos seleccionado las más célebres, entre ellas, la silla Seconda de Mario Botta y la lámpara Tizio de Richard Sapper.

Alberto Meda, Silla "Meda", 1989






Mario Botta, silla econda, 1982



Norman Foster, colección Nomos.

Sapper, lámpara Tizio.