Capítulo 43. Movimiento Moderno: el diseño minimalista

(Se recomienda leer ante la Introducción al Movimiento Moderno, capítulo 25)


Del arte minimal al diseño minimalista     En 1969 y en Nueva York, ¿dónde si no?, se celebró la exposición inaugural del arte minimal bajo el título Estructuras Primarias. Simplicidad geométrica y serialidad (redundancia) son los conceptos que manejan los artífices del arte más cool, es decir, más silencioso y frío, cuyos resultados carecen de huellas atribuibles a sus creadores. Esta abstracción geométrica no pretende ya ser musical (como la de Kandinsky) ni síntesis de simbología universal (como la de Mondrian) sino silencio contemplativo. Veinte años más tarde se promociona el diseño minimalista y obtiene una década de gloria en 1990.  
Propósito del diseño minimalista    En el mundo hipercomunicado de las grandes ciudades, buena parte del estrés lo genera el densísimo tejido de los mensajes que se suman unos a otros y nos atacan desde los medios de comunicación. El diseño minimalista sugiere un bálsamo de silencio, una pausa de serenidad y pulcritud.


Decoración minimalista en el Palacio de la Moncloa
Veamos cómo opera el minimalismo para producir semejante efecto.
El principio estético del minimalismo es fácil de comprender. Si entendemos que cada forma comunica un mensaje y pretendemos un diseño silencioso y liberado de intenciones comunicativas, sólo necesitamos repetir esa forma hasta el infinito. Su mera repetición o redundancia parece anular el mensaje del mismo modo que un mantra tibetano acalla el pensamiento.
En decoración, el minimalismo ha explotado particularmente la forma rectángulo. Si toda la decoración de una cocina o un salón, pongamos por caso, se resuelve con rectángulos, la propia redundancia del mensaje tiende a suprimir el mensaje, pues es como si todo en ese espacio bramara: “rectángulo, rectángulo, rectángulo...” En el Instituto Bernabeu de Alicante (Dolores Alonso, 1996) la forma rectángulo genera los bloques externos, las galerías, los muebles... incluso los barrotes de la verja.


Instituto Bernabeu, 1994
A favor y en contra del minimalismo     El interiorismo minimalista se caracteriza por las superficies pulidas de nítidas aristas que facilitan el mantenimiento de la decoración. Los interiores minimalistas son fáciles de limpiar, pero sobre todo ofrecen un aspecto inmaculado, acorde con la obsesión contemporánea por la higiene en que nos educa la publicidad. El color favorito del minimalismo es el blanco, símbolo también de la pureza.
En contra del diseño minimalista se colocarán los diseñadores posmodernos descreídos de la máxima “menos es más”, pero también los funcionalistas, conscientes de que nos hallamos ante el formalismo más rígido de la Historia. Un ejemplo bien ilustrativo lo encontramos en el Kursaal de San Sebastián. Los anclajes conceptuales del proyecto explicados por el propio arquitecto, Rafael Moneo, son muy interesantes para un proyecto de vocación representativa y monumental: repetición en altura de los cubos del malecón cuando se contempla el edificio desde el paseo fluvial; cada cubo mira a cada uno de los montes que limitan la bahía de la playa de la Zurriola. Sin embargo, el sector funcionalista del Movimiento Moderno encuentra indigerible que la forma cubo condicione los pasillos y galerías de los auditorios, ciertamente encajados en sus cajas, y que la forma general del edificio no resulte de la optimización de sus funciones.
Interior del Kursaal
Kursaal desde el malecón del Urumea











Muebles     Recordaremos cuando menos al italiano Alberto Citterio, y el cruce sutil entre clasicismo y minimalismo en los muebles  de Jasper Morrison.

"Flat C" de Antonio Citterio

"Crate Series nº 8"
de Jasper Morrison

Jasper Morrison,
serie Universal
para Capellini, 1989.

 Antonio Citterio





Alvaro Siza, biblioteca
de Viana do Castelo

Vicent Martínez, mueble
 modular "Geometric"



Jean Nouvel, colección "Graduate"
 

Casa Gama-Issa, Rio de Janeiro

Perrault, mesa para Sawaya-Moroni, 2004

Interiorismo comercial     No es casualidad que una gran parte de los almacenes de moda de nuestros días hayan asumido la "antidecoración" minimalista. El público, acostumbrado ya al estilo, lo asume como moderno y elegante, y meros cambios de materiales elegidos en función de su precio permiten distinguir una tienda de Giorgio Armani de una de Zara, aunque ambas compartan el revoco blanco. Por otra parte, este tipo de decoración, al rehuir todo protagonismo, lo deposita en los objetos que se exhiben para la venta. Las primeras tiendas de ropa minimalistas aparecieron en Japón y Nueva York en los años ochenta. Por supuesto, para la marca nipona Comme des Garçons. Ahí van algunas imágenes.
Comme des Garçons, Nueva York


Comme des Garçons, Aoyama, Tokio









Interiorismo doméstico     Aunque hoy la moda del minimalismo se ha superado en casi todos los proyectos de decoración, salta a la vista que se ha fosilizado en las cocinas. Bien podemos decir que la cocina minimalista es un clásico del siglo XX, como estas cocinas de marca italiana Fabel. 
Cocina "Marea" de Fabel, Italia

Cocina de Fabel, Italia


 











Minimalismo monumental     ¿Estás pensando que las pirámides de Gizeh constituyen el mayor conjunto minimalista del mundo (geometría básica y serialidad)? Pues tienes razón. No fue el propósito de su creación, pero el paso del tiempo las han convertido en una imagen minimalista inalcanzable. El Kursaal, e incluso la Biblioteca Nacional de Francia (diseño de Dominique Perrault), con sus cuatro torres, no pueden hacerles sombra a las montañas del desierto.