Capítulo 44. El Posmoderno

En 1968 la revolución de los jóvenes consolida a la nueva clase social con poder adquisitivo: la juventud; en adelante convivirán dos culturas paralelas, la adulta y la juvenil. Estos jóvenes, nacidos como casi siempre para oponerse a sus padres, desdeñan con suficiencia el Movimiento Moderno creado por sus progenitores: lo acusan de frío y deshumanizado y se burlan de sus numerosos prejuicios formales. La nueva generación de creadores recupera los estilos del pasados, los de sus abuelos (el clasicismo Art Decó), la decoración aplicada, el color. Pero el Posmoderno no es solamente una cultura artística opuesta al Movimiento Moderno por una razón generacional o de gusto estético, sino una cultura artística de fondo manierista, es decir, interesada en el significado de las formas y en comentar irónicamente la identidad de los elementos configuradores de la plástica y el diseño.   

1. Semiótica, arte y diseño

Según el estructuralismo, la última de las cosmogonías filosóficas, podemos entender el universo de lo humano (esto es: el mundo) como un sistema en el que se entremezclan infinidad de lenguajes: auditivos, visuales, táctiles, etc. Se inaugura así la última de las disciplinas del pensamiento: la semiología o semiótica, ciencia general de todos los signos, donde la lingüística constituye sólo una parte. La semiología afirma que no sólo las palabras, sino los objetos y cada uno de los elementos que los componen (piezas, textura, color) contienen significados que cada cultura descodifica según sus propios códigos. Así, por ejemplo, un hueco en un muro rematado por un frontón significa en el lenguaje arquitectónico de Occidente “puerta”.
Pues bien, si el Racionalismo trató de superar los lenguajes estilísticos en aras de un lenguaje universal no emotivo –la abstracción matemática y su proyección visual: la geometría– el Posmoderno promoverá la vuelta a la comunicación con los usuarios del diseño y los espectadores de la plástica.
La crítica posmoderna es particularmente erosiva contra la ciudad moderna, donde, puestos ante un edificio, a menudo ni siquiera sabemos si se trata de un hospital, unas oficinas comerciales o un ministerio. Se acusa a los arquitectos modernos de convertir las ciudades en cementerios de monolitos extraños para la población que los contempla y vive. Si el diseño moderno se preocupó exclusivamente de la sintaxis (la estructura, el modo de ensamblar las piezas), el diseño posmoderno convertirá en piedra angular de su reflexión la semántica, la dimensión simbólica de las formas.
El libro fundamental lo escribió Charles Jencks: El lenguaje de la arquitectura posmoderna. Critica con sólidas argumentaciones el descuido de los funcionalistas, aunque aplaude el diseño orgánico por sus mensajes ricos en sugestiones alegóricas. Su único fallo: no propone un marco estilístico convincente. Jencks considera secundaria la belleza frente a la propiedad de los códigos y aplaude a aquellos arquitectos y diseñadores que se han atrevido a retomar los estilos del pasado para aprovechar los significados claros y conocidos de sus componentes.



IMÁGENES
1. Casco histórico de Varsoria. El pensamiento posmoderlo alentó la valoración del patrimonio histórico. Tras la II Guerra Mundial, el casco antiguo de Varsovia, como el de tantas ciudades, fue restaurado. Jencks compara las fachadas antiguas con la indumentaria por su elevado grado de individualización: todas las fachadas son diferentes, expresan la individualidad de sus dueños, pero al mismo tiempo tienen algo en común porque comparten identidad regional. La arquitectura antigua, concluye Jencks, es auténtico diseño a escala del usuario. Algo deben de tener cuando el turismo visita los cascos antiguos de las ciudades y raramente los polígonos modernos.
2. El museo de Paul Getty reproduce fielmente la hechura de una casa patio antigua, a medio camino entre una villa romana y el Palacio de los Arrayanes de La Alhambra. Fue machacado por los modernos y alabado por los posmodernos.
Casco Viejo de Varsovia.




Museo J. Paul Getty, Malibú.


 

 

 

 

 

2. Demérito del Movimiento Moderno

No sólo la aparición del libro de Jencks nos indica que en los años setenta el Movimiento Moderno ha perdido capacidad de seducción. Una serie de circunstancias parecieron haberse reunido contra la doctrina racionalista:
2.1. Circunstancias históricas
En la década de 1960 mueren Le Corbusier, Mies y Gropius; es decir, los fundadores del funcionalismo, y se cierra la Escuela de Diseño de Ulm, continuadora de la Bauhaus y de su ortodoxia;
El polígono Pruitt-Igoe en St. Louis, que obtuviera todos los premios y elogios por parte del Racionalismo, es derribado en 1972, apenas quince años después de su construcción, porque se había convertido en un nido de delincuencia y demostró que el Racionalismo en el diseño no genera necesariamente vecinos racionales.

Pruitt-Igoe, antes.
Pruitt-Igoe, demolición.














2.2. Circunstancias intelectuales:
Robert Venturi publica Complejidad y contradicción en arquitectura en 1966, y anima a la combinación estilística al tiempo que afirma que “más es más”;
Los trabajos antropológicos de Levi-Strauss señalan el fin del utopismo (el Racionalismo trabajaba para el hombre ideal; el posmoderno para el hombre individual) y sensibilizan sobre la riqueza cultural humana y la necedad de estandarizarla.
En 1972 aparece La estructura ausente de Umbeto Eco, el primer y mejor intento de explicar cómo significan los objetos cotidianos;  
El informe Meadows de 1973 alerta sobre el final de los recursos: el progreso no es ilimitado y habrá que hacer hincapié en la contención industrial y la filosofía ecologista; duro golpe al pensamiento moderno, demasiado fascinado por los materiales industrales; ya en 1964 se había celebrado con gran éxito la exposición montada por Bernard Rudofsky, Arquitectura sin arquitectos: la vivienda preurbana, manufacturada, ingeniosa, barata y 100% ecológica.

3. Diseño posmoderno

3.1. Clasificación estilística
Diseño historicista. Cuando se recuperan lenguajes arquitectónicos internacionales: románico, gótico, clásico. Lo emplearon, por ejemplo, los arquitectos posmodernos en edificios representativos del poder, el dinero o la cultura. 
Diseño vernáculo. Cuando se recuperan lenguajes vernáculos, esto es, oriundos de la región donde se levanta el edificio y en consecuencia dotados de unos rasgos físicos reconocibles por los habitantes que van a interactuar con ese edificio.

3.2. Características generales
Materiales semánticamente adecuados. Madera y ladrillo para viviendas, no paneles lisos y vidrios catedralicios como usaban los modernos. Recuperación de mármoles y materiales lujosos por su valor representativo en la arquitectura pública.
Sentido del humor. Anécdotas, trucos de sintaxis que llaman la atención sobre la gratuidad mecánica o estructural de los elementos arquitectónicos, incorrecciones y defectos elevados a la categoría de temas de diseño.
Individualización y personalización del diseño. La escala humana es comprendida no tanto como un conjunto de ecuaciones que parten de medidas físicas  (ej., longitud de los brazos) cuanto como un lenguaje artístico inteligible. Esto conduce a un arte anti-monumentalista.
Espacio oblicuo y pintoresco. Se recupera el pintoresquismo, las proyecciones oblicuas y barrocas que esconden lúdicas sorpresas. 
Recuperación de la ornamentación y del color. Superación de este prejuicio moderno. Por esta razón, tan habituados estamos al gusto moderno, con frecuencia se acusa al Postmoderno de kitsch, hortera.
Estados Unidos ha sido y continúa siendo el país promotor del diseño posmoderno. Sus famosos artífices han recuperado el neoclásico art decó, particularmente característico de aquel país: Robert Venturi, Charles Moore, Michael Graves, Phillip Johnsonn  (AT & T Building es el primer rascacielos posmoderno de N. Y.). En Europa les han seguido Ralf Erskine, Hans Hollein, Ricardo Bofill, Philippe Starck, etc.  



1. Casa de Robert y Vanna Venturi, Princetown, 1968, 
Princetown. Espacio oblicuo y dinámico, concebido 
como refugio abierto al jardín, muebles modernos y 
tradicionales. Venturi reivindica la casa con "sabor de hogar", 
con espacios a la medida de sus ocupantes. Algunos 
recovecos pueden ocuparlos solamente los niños y las mascotas


2. Robert Venturi, Paraninfo de la Universidad 
de Delaware, Newark. 1996. Para un público 
adolescente, la decoración se pliega al gusto juvenil: 
arcos de neón, como en una discoteca, y grandes letras 
como en los restaurantes de comida rápida... 
o como en las camisetas de deporte
 
3. Michael Graves, Escuela para niños discapacitados 
en St. Coletta, Washington DC. Volúmenes y colores 
propios de un juguete infantil o una vivienda 
para teletubbies. Se trata de desdramatizar la 
institución y acercarla a la sensibilidad de los 
estudiantes. En el interior se recuperan la bóveda 
de cañón y el suelo revestido de damero


4. St. Collette School.


5.
Michael Graves, Apartamentos Four Seasons, 
Town Lake, Austin. Para los hoteles y apartamentos 
de lujo los diseñadores continúan elaborando 
por enésima vez el clasicismo. Graves alude al art decó, 
muy arraigado en su país
 
6. Philippe Starck, Café Costes, 1984, París. Planteamiento 
basilical y perspectivo, colores pastel, sabor límpido y tostado 
del interiorismo Art Decó. Hoy es requisito casi imprescindible 
en el sector de la restauración la autopublicidad con interiores memorables

 
7. Philippe Starck, Salón en el Hotel Royalton, Nueva York. 
Sugestiones de lujo, pero también de chocolate


 

 

 

 

 

 

 

1. Philippe Starck, vestíbulo del Hotel Delano, Miami. Los muebles resmplazan a las artes plásticas en su función de decorar y proporcionar un icono o imagen memorable del establecimiento comercial. Starck nos propone un diálogo humorístico entre una silla moderna, orgánica, de frío metal, mezquina en sus dimensiones y confortabilidad, y un canapé blando, capitoné y agigantado como un elefante beis. Para redondear la caracterización maternal del sofá, el teléfono (resulta enternecedor que viva pendiente del teléfono) descansa sobre un tapete
Mueble posmoderno    Todo mueble que se desmarque de los estilos racionalistas cultivando, a veces incluso conjuntamente, el clasicismo, el colorido pop, los materiales inusitados y, sobre todo, el sentido del humor (¡ya era hora!). Algunos de los ejemplos que ilustramos pretenden, con su monumentalidad, remplazar a las antiguas estatuas. 
2. Alessandro Mendini. Sillón rococó, 
grandilocuente y excesivo, interpretado por 
Alessandro Mendini y pintado al gusto puntillista

3. Michael graves reinterpreta el neoclásico dotando 
a estas sillas de respaldos ventana. 
Se denominan "Óculo" y "Finestra"

4. Robert Venturi se chacondea del 
Chippendale gótico con esta silla de 
madera plegada (procedimiento característico 
del Moderno) con cojín de la abuela