Insuperable mihrab de la aljama de Córdoba |
El Islam crea su arte propio y distintivo en un tiempo record. Bebiendo de las tradiciones artísticas de las zonas que van ocupando en su vertiginosa expansión, consiguen en poco más de siglo y medio ofrecer tipologías espaciales y motivos ornamentales absolutamente genuinos.
LA CIUDAD Frente a Occidente, ruralizada tras la desaparición del Imperio romano, el Islam nace y se desarrolla desde sus orígenes como una civilización eminentemente urbana. Las ciudades musulmanas (medinas), como cualesquiera otras medievales, se protegen con murallas. A veces esconden una segunda muralla interior que rodea una alcazaba, fortín donde se encuentra el palacio o alcázar. Algunos barrios extramuros (arrabales) lograron ser tan importantes que recibieron también una muralla, como la barbacana de Toledo. Las ciudades crecen espontáneamente sin previo trazado, aunque pueden señalarse algunas excepciones como el urbanismo reticular de Ayar y el proyecto radial de la antigua Bagdag. Las calles no son espacios públicos repletos de tiendas y servicios como en Roma, sino necesarios corredores para comunicar residencias y a menudo con calles sin salida (adarbes). Las plazas resultan de la confluencia caprichosa de las calles. El comercio se reúne en mercados: bazares (mercados orientales) y zocos (mercados occidentales). Se espera del príncipe que construya mezquitas, escuelas y baños.
CASA PATIO Y JARDÍN CRUCERO La
tipología de casa patio sigue adelante formando cubículos en torno a patios
que sirven de respiraderos y accesos de luz. El sentido de lo privado se
mantiene en las coordenadas grecorromanas, aunque más griegas que romanas,
donde el serrallo o harén representa el equivalente del gineceo helénico pero
harto más poblado. Por su parte, el palacio muestra la misma sencillez externa
que la casa común, pero se estructura con un eje bien claro: el jardín
rectangular o jardín con paseos formando una cruz (jardín crucero), que cumple
las funciones de vestíbulo para recibir a los invitados y emisarios con cierto
grado de suntuosidad. La Alhambra contiene varios de estos palacios estructurados como jardines crucero.
LA MEZQUITA HIPÓSTILA Los vestigios arqueológicos revelan que la tipología de mezquita hipóstila -la más numerosa en el Islam y común a todo el norte de África y Arabia- se originó en algún momento del siglo VIII. La denominamos mezquita hipóstila porque su sala de oración procede de la tipología antigua del bosque de columnas. La voz aljama alude a las mezquitas donde se reúnen los fieles cada viernes, la gran mezquita de la ciudad, a diferencia de los oratorios de barrio que utilizan a diario.
Las
partes principales de la mezquita son las siguientes: patio (sahn), sala de
oración (haram), muro de qibla o alquibla (casi siempre orientado a La Meca) y, en él, capilla del
mihrab, nicho para la ubicación simbólica de Dios. Las aljamas suelen
disponer de una maxura o espacio reservado a la
oración para grandes personalidades, y espacio anexos para enseñar el
catecismo mahometano (madrasas). Para llamar a la oración, el
almuecín vocea desde lo alto de la torre llamada minarete o alminar.
MOTIVOS DECORATIVOS El
elemento más original del arte islámico lo encontramos en la asombrosa variedad
de la decoración geométrica, considerada por Owen Jones en su Gramática
del ornamento (1856) la mejor de todos los tiempos, y en lo que
podríamos denominar "continuidad estética", porque para el
Islam no hay artes mayores o menores y la decoración no se considera
una mera guinda de la arquitectura. El mismo motivo sirve para una alfombra, un
vestido o una cúpula. No hay, aparentemente, jerarquías decorativas ni
disciplinares, con la excepción de la escritura, ya que revela la palabra
divina.
Expertos
en matemáticas, no es extraño que sus elaboraciones artísticas abunden
siempre las consideraciones geométricas. El motivo más característico es
el entrelazo, el motivo continuo que hilvana a todos los demás. El entrelazo ya lo empleaban los romanos,
pero el islámico es diferente: en el romano destaca la cuerda que se va
enlazando; en el islámico, por el contrario, fondo y dibujo poseen valores
equivalentes.
1.
Vegetal o ataurique. Con distintos grados de abstracción respecto
del original vegetal. De la tradición persa y bizantina se heredan la
granada, la piña y la
palmeta. Del mundo grecolatino, la hoja de acanto, los pámpanos y los
zarcillos
de vid, pero sobre todo las hojas de palma. En los primeros siglos
(siglos VIII y IX) los motivos se distinguen con facilidad. Por el
contrario, bajo la
dinastía Abbasí (siglo X), el ataurique se vuelve un ornamento orgánico
pero también abstracto.
2.
Geométrica. Los entrelazos bidimensionales tapizan paredes,
alfices, albanegas, cuarterones... En ese entrecruzarse dibujan rombos,
estrellas, zigzag, creando catálogos de variedad infinita.
Ataurique en una albanega y decoración epigráfica en el alfiz |
3.
Epigráfica. Se dice que La Alhambra es el libro más caro de la
historia. Es costumbre decorar con entrelazo epigráfico monumentos
civiles y religiosos. Los especialistas distinguen caligrafía cúfica
(similar a nuestra escritura de mayúsculas) y
la posterior, siglo XI, nasjí (semejante a nuestra cursiva).
Decoración epigráfica cúfica sobre ataurique y, debajo, frisos de entrelazo geométrico |
Damasco omeya
La primera dinastía islámica de peso en la historia fue la Omeya (660-750). Carentes
de tradición artística propia, los Omeyas aprenden y copian a sus vecinos: (1) de los
bizantinos toman la sillería de alta calidad (los buenos canteros que
antiguamente trabajaban en Roma, ahora lo hacen en el Islam) así como los
mosaicos y la pintura mural; (2) de la tradición persa se continúan algunos temas
figurativos como el árbol de la vida y ciertos animales.
A
Palacios del desierto En tierras de Siria y Jordania los arqueólogos
han exhumado una veintena de construcciones más o menos palaciegas (sus
funciones aún no han sido esclarecidas) y los han denominado "palacios del
desierto". Cuentan con patio, uno o dos pisos de dependencias, oratorio,
baños y un salón de recepciones de planta basilical. Las fachadas son altas y
fortificadas. Lo más curioso es que se encuentren alejados de las ciudades:
¿por escapismo?, ¿por explotación agrícola o comercial, dado que algunos poseen
caravansares?, ¿por función propagandística, trampolines de islamización en
zonas recién conquistadas? Como sus murallas son débiles, por ahora se descarta
la función militar.
Restos de la muralla del palacio de Mschatta en Jordania, con decoración vegetal muy minuciosa, primer ataurque, hoy en el Museo de Arte Antiguo de Berlín |
Construcciones religiosas Dos son los monumentos más célebres de los
Omeyas: la aljama de Damasco, transformación de la antigua basílica
paleocristiana, y la Cúpula de la Roca en Jerusalén. La segunda repite la
tipología del martirio cristiano y ejerce funciones de relicario, pues preserva
la roca sobre la que aterrizaron el arcángel san Gabriel y Mahoma en su visita
conjunta a Jerusalén.
La mezquita aljama de Damasco luce aún los arcos y columnas de la antigua basílica paleocristiana |
A
A
Samarra abbasí
La dinastía fundada por Abú-Abbás el Sanguinario (dinastía Abbasí o Abáisida) traslada el núcleo del imperio a Iraq (año 750); lejos del Mediterráneo, las influencias clásicas desaparecen. Esta dinastía aporta las innovaciones más trascendentes a la personalidad del arte islámico.
(1)
Se abandona la piedra por la mampostería o el ladrillo, en adelante
fábrica fundamental de toda construcción islámica. Material humilde que
luego se reviste con estuco o azulejos para otorgarle sensualidad.
(2) Desaparecen las columnas
con capiteles; habrá pilares.
(3) Junto a las mezquitas surgen los minaretes o almninares, torres que después los cristianos van a imitar para sus campanarios.
(4) Los palacios se estructuran con patios de recreo: el jardín crucero.
(5) Aparece un estilo decorativo para las paredes: el estilo biselado de Samarra, seguramente el ataurique más abstracto de cuantos se han elaborado.
Palacio de Balkuwara planificado sobre un eje central |
Ciudad palatina En Samarra, efímera capital de los abásidas del siglo IX, se reproduce el modelo de ciudad
palatina conocido desde los antiguos asirios. La excavación mejor conocida se
refiere al palacio de Balkuwara, estructurado mediante jardines crucero y
un nuevo tipo de salón del trono no ya basilical (tres naves) sino de cuatro
iwanes o exedras que forman una planta de cruz griega rematada por cúpula. En
la otra punta del mundo, un siglo después, Abderramán III erige su propio
Balkuwara en Medina Azahara. El eje es siempre el jardín, identificado con el paraíso coránico.
En la decoración de este palacio se emplearon plaquetas de estuco muy baratas y aptas para la fabricación en serie, ya que solo necesitan ser grabadas. El motivo elegido no es menos innovador: figuras orgánicas muy vagas, imposible de identificar con seres concretos. Se habla del estilo de Samarra o estilo biselado de Samarra.
Los abásidas altomedievales han dejado tambien restos de una Gran mezquita aljama en Samarra, de alto y vistoso minarete, tenido por el primero del Islam.
Cairuán aglabí
Emancipados del poder del califa abásida, una nueva dinastía se funda en Túnez. A los aglabíes debemos la mezquita más bella del norte de África.
Aljama de Cairuán (Túnez) Planta casi
idéntica a la de Córdoba: en forma de T, naves perpendiculares a la quibla
siendo más ancha la central. Enorme bosque de columnas o sala hipóstila de soportes reaprovechados.
El
mihrab está decorado con capiteles importados de Bizancio y brillantes
azulejos de
loza dorada o de "reflejo metálico", muy posiblemente importados de Samarra o Bagdag.
Otras
maravillas de Caruán son dos piezas de madera profusamente labrada y
extraordinariamente antiguas: la maxura para la protección de los mandatarios dentro de la mezquita y un impresionante mimbar labrado con mil y una filigranas (datado 863).
Maxura de la aljama de Cairuán |
Mimbar de la aljama de Cairuán |
Córdoba omeya
Dovelas del mihrab decoradas con roleos vegetales, todavía influencia helenística, realizados con mosaico |
Aljama de Córdoba A los emires y califas de Córdoba les debemos
la ciudad palatina de Medina Azahara y la mezquita más grande y original de
todo el Islam occidental. Su historia es bien conocida. La pequeña Córdoba, a
la que llegaron los musulmanes, compartía la basílica de San Vicente, muy
solicitada: los sábados se convertía en sinagoga para los judíos, los domingos
se celebraba misa cristiana y los viernes fue alquilada para los nuevos vecinos
mahometanos.
A
Años
después la basílica fue adquirida por los gobernantes de
Córdoba y ampliada en distintas fases, primero hacia el sur, en
sucesivas prolongaciones, y cuando ya no
quedaba espacio en esta dirección por impedirlo el río Guadalquivir,
hacia el este.
El bosque de columnas se articula bajo arcadas dobles que combinan el
medio
punto peraltado y la herradura. Esta solución permite una sala de
oración extraordinariamente alta en una mezquita. La fábrica combinada
de sillar y ladrillo en los arcos aporta
singularidad estética y flexibilidad mecánica.
A
En la ciudad palatina de Medina Azahara (Madinat a-Zahra) se ha reconstruido la sala
de audiencias o Salón Rico. Espacio basilical, semejante a los salones de
idéntica función construidos por los Omeyas orientales en sus "palacios
del desierto", donde reconocemos la impronta cordobesa en la combinación
de sillar y ladrillo y la herradura de los arcos, de procedencia visigoda.
La decoración de plaquetas de estuco tapizaba el salón donde Abderramán III recibía con gran pompa a las delegaciones que lo visitaban; por esta razón, los arqueólogos denominaron a este espacio Salón Rico. Se trata de un espacio de tres naves paralelas, siendo la central más ancha, es decir, una basílica. El blanco y el rojo se alternaban como el bosque de columnas de la mezquita cordobesa. Puede considerarse la marca gráfica de la dinastía.
Última ampliación de la mezquita de Córdoba, siglo X |
Salón Rico en Medina Azahara |
Cristo de la Luz, Toledo, año 1000 |